martes, 29 de septiembre de 2009

por los rumbos de la memoria

Diana está sola en un su casa.

Es de noche, su pareja viaja, su familia no le es cercana. Trata de dormirse pero se escuchan ruídos, rebotar de canicas, rejas corredizas, martillazos a las dos de la mañana.

Trata de no temer, no puede ser nada. Intenta no escuchar, tiene frío en los pies, no le gusta dormir sola, siempre la cama resulta más ancha y flácida cuando no está más que su cuerpo tendido en esa mar de olvidos.

Un aparente portazo le hace gritar. No le gustan las noches en solitario. Se levanta, toma un cigarrillo, sabe que su pareja al volver le regañara por fumar en la habitación, ahora no importa. Cierra los ojos y recuerda cuando fumó por primera vez en compañia.

Recuerda el portal, el café, y la sorpresa de su interlocutor al escucharla pedir un cigarro para ella después del desayuno. ¿Cuántas veces él tuvo que apagar su deseo contra la piedra para que ella no tosiera? Recuerda la vez que fuera del Juarez sus amigos impresionados por esa belleza húmeda y triste le ofrecieron a una cigarros y fuego, y él dijo con un gusto de pertenencia abosoluta "ella no fuma".

Pero ese día que debió ser de noche, codo a codo en el café y en la calle, fumaron juntos. Tal vez él deseó por tantos años esa complicidad asumida, tener tantos secretos a dos que nunca podrán ser expresados a un tercero, una compilación apretujada de ansias, asi como el tabaco sobre el cilindro, y ser humo de nuevo, libres y asfixiantes, ser nubecilla que no deja respirar pureza.

La insania no tenía futuro, a no ser un cancer rencoroso.

Diana cierra los ojos y se concentra en los ruídos de la casa, ahora resulta más reconfortante el miedo que los recuerdos.

jueves, 17 de septiembre de 2009

en algun paìs vacio

Diana no està contenta.

Eso no significa que este triste, ni siquiera que estè enfadada. De hecho la falta de contentamiento la excita, la pone creativa y alerta.

Puede pasar meses en una pasividad comoda, siendo feliz con pequeñaz cosas, durmiendo hasta tarde y comiendo lo que le plazca. En esos meses engorda demasiado aunque haga el amor a diario. No crea, no desea, no pelea. simplemente es.

Pero de repente algùn resorte se estira, algo la incomoda, la tensa. Empieza a ejercitarse disciplanda pero sobre todo obsesivamente, el apetito se repliega para dar lugar al cafè y al cigarro. Camina màs a prisa, se desvela màs, lee avidamente, se aburre pronto, crea bocetos, los destruye, los reinicia, no puede parar el ciclo.

Nada le gusta demasiado, termina cansada los dìas de tanto pelear, con ella, con su cuerpo, con su mente, con sus ideas, con los lapices, con las pesas y el agua.

Duerme poco pero profundo, y en los sueños los pensamientos la llevan a brazos extraños, màs largos, màs morenos, màs fuertes que los que la abrazan en su cama.

Al amanecer abre rapidamente los ojos, se percata que es su pareja de siempre la que duerme a su lado y le apreta el culo contra su cuerpo, sonriè. Es bueno ser infiel en sueños, es agradable despertar con èl.

jueves, 10 de septiembre de 2009

introducciòn a Diana

Diana se ve en el espejo, esto es importante para ella. Es gruesa, no gorda, sòlo gruesa, ha desaparecido el tiempo de ser delgada. Se ha puesto la faja para verse firme, firme no delgada. Lleva el cabello suelto, simpre lo habia llevado suelto, pero se lo cortò muy pequeño, como un chico. Entonces se acostumbrò a verse diferente, el cabello ceñido a la cabeza y al rostro, como un gorro. No era tan sensual a menos que ella lo hiciera sensual con su expresiòn. Es dificil recordarlo siempre. Ahora vuelve a ser largo, y ella ya olvidò comportarse como corresponde con la sensualidad del cabello largo y libre.

Le gusta fumar pero no lo hace diario. Ni siquiera es seguro que una vez por semana fume. Ayer, a las nueve de la mañana compro un benson en una plaza semivacia, estaba triste y sonó la canciòn adecuada en las primeras tres caladas. Fue una delicia. Hoy comprò un cigarro mientras caminaba a la una de la tarde por una calle transitada, llena y ruìdosa, el cigarro no supo igual. Decidiò no volver a fumar si hay mucha gente y mucho ruìdo.

Le prometiò a su pareja que no volverìa a fumar. Pero mientras encendìa el cigarrillo recordò el placer de tener una vida secreta con sus secretas pasiones. Lo ùnico que le queda de juventud es la rebeldia y esa aficiòn a ser mucho màs de lo que es regularmente.

Diana no es vieja pero ya no es joven, ha llegado a ese molesto paìs de la madurez. Le causa un poco de risa la madurez, un poco porque no vale la pena siqueira carcagearse de ella. Todo mundo sabe que es una mierda.