miércoles, 8 de julio de 2009

Ruta 1


Caminé por la avenida principal por más de 10 cuadras y luego me cambié a su calle paralela hasta la esquina donde está el "Bar-bat", quería tomarme un café ahí en ese extraño oscuro aunque rosa bar. Pero estaba cerrado

De modo que entré a un cafecito media cuadra antes. Pensandolo bien resulta obvio, un bar no se abre a las 11 a.m. Creo que el cafecito donde entré se llama "Le palace du café" o algo asi. Me senté frente a una mesa que daba al ventanal y la mesera, que tardó en llegar, se me quedó viendo como cuando uno entra a la oficina de alguien muy importante no mas a fregar. Le regrese la mirada como diciendo soy la hija del jefe y entonces me dijo: "se le ofrece...?" le contesté "vende café no?" "pero usted que quiere" con amplia sonrisa de que eres idiota "una taza de café" "¿pero de cual?" de cual tienes pendeja "'¿de cual tiene?" "americano, capuchino, expresso, latte" "un americano".

Que estúpida tipa, por lo regular cuando uno llega a un cafe le ofrecen la carta, si no hay carta, sin dejar de ser menos elegante, te ofrecen lo que tienen, pero esta bruta...

Aunque la mesera fuera una perfecta imbecil descortes el café estaba delicioso de modo que tuve que perdonarla.

No se tardó en llevar a mi mesa una taza, mas bien una tazota de humeante y negro café. Desde que sumí la nariz en esa tazota se me alegró un poco el corazón.

Ya habia olvidado lo bien que se siente cerrar los ojos mientras se sorbe lentamente el café, ya habia olvidado lo mucho que conforta, la destreza que tiene de aligerar las cargas, de desvanecerlas como vapor, habia olvidado lo siniestro de la amnesia que provoca, volviendo ligero el momento como si no existiera nada que afligiera, ni siquiera necesité un cigarro, todo lo que me hacia falta en ese momento se abarcaba con mis manos, mis manos que fueron brazos anhelantes, mis manos que sostienen con delicia la negrura de la vida.


Ya habia olvidado esa nostalgia de ser una oveja negra vagando en una ciudad siempre ajena y siempre propia, meterme en una cafeteria bañada o por la lluvia o por el sol, completamente sola para reencontrarme con una taza de café.



3 comentarios:

  1. Los encuentros con el café son casi del tercer tipo. ¿De qué ciudad hablas? Saludos

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  2. de una ciudad a veces desangelada, gracias por venir Tábita

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  3. qué lindo que escribe usted señora de rojo! este primer texto, me dejó con ganas de que llegue un día muy pero muy frío y me encuentre tomando un café mientras miro la ciudad empañarse.

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